Periodismo es ciencia y también utopía

 

Journalism is science and also utopia

Jornalismo é ciência e também utopia

e-ISSN: 1605 -4806

VOL 24 N° 110 Enero - Abril 2021 Varia pp. 318-334

Recibido 12-01-2021 Aprobado 19-05-2021

https://doi.org/10.26807/rp.v25i110.1725

 

Carlos Tomeo Escuin

España

Universidad Complutense de Madrid

cteduende@gmail.com

 

Resumen

Hay debates que prolongamos por el deseo de no ponernos de acuerdo. El Periodismo es uno de ellos. Aunque hay puntos de consenso, hay muchos otros en los que teóricos y practicantes no queremos que sea así. Es la enorme capacidad individual humana de tener razón, tan enorme como su ignorancia.

Ante un histórico tan maltratado, tan inocentemente cerrado en falso y abierto en falso, encontrar respuestas, y hacerlo de forma científica, constituye un reto quijotesco, pero también un reto imprescindible. Lo que sí sabemos es que a los grandes poderes no les interesa conocer la base del Periodismo, los Hechos.

De manera breve vamos a desarrollar los elementos que confirman los motivos y los poderes que impiden desarrollar la ciencia periodística y que convierten la terminología en un recorrido muy interesante, extraordinariamente interesante, de utopías. Recomendamos a l@s lectores/as que lean y relean el relato con una sonrisa, más amplia cuanto más relacionad@s estén con el Periodismo.

Palabras clave: periodismo, ciencia, utopía, poder, definición, futuro

Abstract

There are debates that prolong the desire not to agree. Journalism is one of them. Although there are points of consensus, there are many others in which theorists and practitioners do not want it to be that way. It is the enormous human individual capacity to be right, as enormous as his ignorance.

Faced with a history so abused, so innocently closed in false and also opened in false, finding answers, and doing it in a scientific way, constitutes a quixotic challenge, but also an essential challenge. What we do know is that the great powers are not interested in knowing the basis of Journalism, the Facts.

In a brief way we will develop the elements that confirm the motives and powers that impede the development of journalistic science and that make the terminology in a very interesting way, extraordinarily interesting journey of utopias. We recommend readers to read and reread the story with a smile, wider the more they are related to journalism.

Keywords: journalism, science, utopia, power, definition, future

Resumo

Há debates que arrastamos pelo desejo de discordar. O jornalismo é um deles. Embora existam pontos de consenso, existem muitos outros em que teóricos e profissionais não querem que este seja o caso. É a enorme capacidade humana individual de estar certo, tão enorme quanto sua ignorância.

Diante de uma história tão abusada, tão inocentemente fechada no falso e aberta no falso, encontrar respostas, e fazê-lo de forma científica, constitui um desafio quixotesco, mas também um desafio essencial. O que sabemos é que as grandes potências não têm interesse em conhecer as bases do Jornalismo, os Fatos.

Resumidamente, vamos desenvolver os elementos que confirmam os motivos e poderes que impedem o desenvolvimento da ciência jornalística e que fazem da terminologia uma viagem de utopias muito interessante e extraordinariamente interessante. Recomendamos que o leitor leia e releia a história com um sorriso, quanto mais ampla, mais se relaciona com o Jornalismo.

Palavras-chave: jornalismo, ciência, utopia, poder, definição, futuro

 

1. Introducción. Periodismo o periodismos. Definiciones, parámetros, conceptos

Uno de los mayores logros de la humanidad es su capacidad para discutir. Sin esa capacidad habríamos sido incapaces de progresar, pero también habríamos sido capaces de no destruirnos. Para progresar necesitamos un equilibrio entre los elementos en conflicto, ya que cuando esos elementos crean desequilibrio, los problemas, tarde o temprano, aparecerán en busca de una nueva estabilidad. Hay una opción terrible, pero real, en este planteamiento: hacer desaparecer hasta la extinción cualquier elemento que genere desequilibrios.

Los ejemplos que nos ha venido aportando la naturaleza invitan a ver esos equilibrios que la humanidad está desequilibrando artificialmente, pero no nos vamos a detener en ello. Entendemos que somos conscientes de ello y no es necesario exponer ejemplos.

Por lo tanto, veamos Periodismo desde su origen. ¿Qué es? Primer desequilibrio. ¿Por qué? Evidente, usted, lector de México, entiende una cosa; usted, lector de EUA, entiende otra; usted, lector de Gran Bretaña, entiende otra; usted, lector de Italia, entiende otra; usted, lector de Catalunya, entiende otra; y usted, lector de Madrid, entiende otra; o usted, lector de China, entiende otra; o usted, lector de Colombia, entiende otra. Podríamos seguir con un listado país por país y encontrar algunos puntos de acuerdo, pero muchos puntos de diferencia. Y es terrible por cuanto, internamente, todos tienen razón. Por lógica, que todos tengan razón implica que hay desigualdades. ¿Podemos corregirlas? Sí. ¿Queremos corregirlas? No. ¿Sería beneficioso homogeneizarlas? La respuesta dependerá del interés de cada persona, entidad, o grupo. Es más, la respuesta puede estar mediatizada por un efecto histórico que quiera perpetuarse. Por lo tanto, antes de tomar decisiones es imprescindible una labor formativa, didáctica y de futuro para evitar cualquier tipo de tentaciones impositivas. O se hace desde el convencimiento común desde el origen o será completamente inútil.

Hemos desarrollado un mínimo estudio exploratorio sobre el tema, acudido a muchas fuentes en diferentes países y continentes para comprobar la incapacidad para encontrar una base común. Bueno, no es del todo cierto, sí hay acuerdo en que el/la Periodista cuenta cosas que pasan y a las que se otorga una cierta relevancia social. Como podemos ver, resulta del todo insuficiente. Por lo tanto, si no hay ese elemento básico aglutinador, sobre qué trabajamos. Pues bien, como no somos capaces de resolverlo, y por ello hemos decidido dar un paso adelante e intentar la base sobre Periodistas. ¿Qué entendemos por Periodistas? De forma coherente cada país tiene su propio concepto y su propia regulación. Para algunos es la primera persona que llega y cuenta unos hechos, y para otros es la persona que ha pasado por una facultad universitaria y aprobado con éxito los conocimientos necesarios para desarrollar una determinada labor profesional y, añadimos, científica. Sí, sabemos que hay muchos matices y muchas casuísticas, pero estamos comenzando el camino.

Nos quedamos con la segunda opción, pero con muchos matices puesto que no sabemos muy bien cuál será su desempeño en tanto no hay definición original. Podemos convalidar estudios, asignaturas, ideas y criterios, pero lo estamos haciendo por unos intereses académicos, que no está mal, pero no con un objetivo definidor, y eso sí está mal. ¿Debe ser homogénea la definición? Debe ser realista, debe ser posible. ¿Existe? Pensamos que sí, y lo vamos a exponer.

Si pensásemos grosso modo las ideas recogidas en los diccionarios consultados podrían darnos una imagen de concordancia. Pero no debemos caer en ese error y sí ver en los matices y en la diferente terminología el germen de las diferencias. Y viendo solo eso ya nos encontramos lo que algunos denominan ‘persona que …’, para otros es ‘trabajador que…’, y para otros es ya el ‘profesional que…’. Apasionantes todas ellas. ¿Por qué no se consigue avanzar en una terminología? ¿Por qué no denominarlos todos como profesional? ¿Qué harán las definiciones cuando las máquinas robóticas sustituyan redactores/as o presentadores/as o investigadores/as de datos?

Hemos de entender también que en esas definiciones no aparecen unas exigencias, unas obligaciones éticas y deontológicas. Parece una consecuencia inevitable de la incorrecta definición. Si Periodista es aquella persona que pasaba por allí no vamos a pedirle que sea nada más, puede ser el carnicero o el abogado o la secretaria o la directora de un banco, es lo que podríamos llamar Periodismo Total Absurdo. Pero no está tan alejado de la realidad. Por lo tanto, si no hay definición tampoco hay compromisos, y si no hay compromisos tampoco hay deontología o códigos de conducta que pasen de meros papeles mojados. No nos engañemos a nosotros mismos y no engañemos a los millones de receptores de mensajes de los medios.

Al no tener una definición, la libertad ampara a los medios públicos y a los medios privados de comunicación. Pueden contratar a quienes quieran y como quieran, pueden emitir los mensajes como quieran, o sea, pueden manipular sin consecuencias. Conclusión, el Periodismo se convierte en cambalache de intereses que pueden manipular verdades y sistemas. Es básico avanzar desde la definición y los compromisos responsables, el resto son palabrerías y mercadeos.

No nos engañemos, eso es precisamente lo que se quiere desde la política y la economía. Tener a los ciudadanos engañados pensando que lo que sale en los papeles es verdad cuando es, no siempre pero sí en momentos decisivos, reflejo de manipulaciones e intereses espurios. Buena parte de ello tiene el origen en no querer avanzar en eso de lo que se quiere presumir, de la verdad y la transmisión de la misma por canales masivos. Jugar con la buena fe de las personas es una crueldad vergonzosa y permitirlo también lo es. Que Periodistas sean cómplices necesarios de ese juego en función de anhelados beneficios personales, principalmente económicos, se acabaría con una definición y un código que clarificara comportamientos, éticas y sanciones en caso de incumplimientos graves, no sólo para Periodistas, también para medios. No se trata de limitar expresiones. ¡Cuidado! No es eso, es decirle al público que el medio XTALX no hace Periodismo, lo que hace es Propaganda u otra cosa, la que sea, pero que no está sujeta a los cánones de la verdad, etcétera, que serían obligados para decir que hacen Periodismo. Como decimos, los poderes no quieren regularlo, pero sí emplean mucho tiempo y medios en hacer creer lo contrario.

No es ninguna incoherencia, al contrario, forma parte de la lógica social en la que hay una amplísima cantidad de información en la que el Periodismo actúa como guardián del interés social, haciéndole llegar, dándole a conocer, aspectos que se consideran de interés, silenciando otros que también pudieran serlo.

Elementos metodológicos

Sin extendernos mucho en este apartado, pero sí lo suficiente para determinar los elementos que permiten una aportación científica, debemos señalar que se trata de una investigación cualitativa en la que hemos trabajado sobre una investigación cuantitativa experimental y una observación directa participante, derivada de treinta años de ejercicio profesional.

Sin embargo, la pauta fundamental está a la vista de todos, y no es otra que la recopilación de acuerdos internacionales sobre Periodismo que han tenido y tienen vigencia, sobre criterios nacionales, regionales o locales sobre esta terminología que también tienen presencia y que hemos consultado para comprobar las similitudes y las diferencias sobre las que trabajar en conceptos básicos como Comunicación y Periodismo.

Teniendo ese conocimiento, hemos buscado nuestro aspecto cuantitativo experimental, es importante remarcarlo en tanto un profundo trabajo científico sobre ello consideramos que es imprescindible en el inmediato futuro; hemos sintetizado y adaptado parte del anexo cuatro del trabajo doctoral del autor y de cuyas conclusiones comprobamos la necesidad de avanzar en este terreno si no queremos seguir confundiendo a lectores, oyentes y videntes.

Que dicho estudio experimental se centrase en aspectos de radiodifusión, no solo, no limita sus conclusiones. ¿Por qué? Porque es tan abrumador el resultado que sería muy responsable actuar en la línea que los participantes en el estudio señalan. El universo del trabajo se centra en treinta estudiantes, repartidos en tres centros universitarios españoles, diez en Madrid, diez en Valladolid y diez en Soria. Si coinciden en que el Periodismo existe para contar la verdad, y coinciden en que no lo hace, es evidente que el Periodismo está fallando, y nosotros, académicos y profesionales, debemos recoger ese mensaje y conocer las causas.

Por lo tanto, desde ese camino, y desde el conocimiento académico, científico, y experimental, observación directa participante, hemos recogido una fórmula que pueda allanar el recorrido para manuales, tratados, códigos, acuerdos locales, provinciales, autonómicos, nacionales o internacionales. Alguien nos dirá que ya se ha hecho, que ahí está ya, que ya hubo consensos. Nuestro trabajo cualitativo demuestra que, aunque hubiese la mejor intención, no es así, esas aportaciones no son suficientes. No está hecho. Incluso pensamos que está voluntariamente abandonado, interesadamente abandonado.

Para finalizar, nuestro trabajo, como sucede en las críticas a trabajos cualitativos a lo largo de su historia, debe comprenderse como un paso más en la visión experimental y un incentivo al desarrollo del análisis completo de los aspectos comunicacionales Periodísticos que están incompletos. Nosotros lo ponemos sobre la mesa porque en la fórmula que planteamos para el Periodismo hay demasiados intereses en que no se lleve adelante y, sin embargo, pensamos que solamente desde la Ciencia existirá un futuro real para Periodistas que tendremos la obligación de contar la verdad o señalar que, en el mundo, en todo el mundo sin excepciones, esa verdad no se quiere conocer y sí la verdad de quienes controlen la información.

Si hemos emprendido el camino científico es por el absoluto convencimiento que sólo desde el conocimiento encontraremos un planteamiento que supere las múltiples barreras sociales e individuales a las que nos enfrentamos. Cualquier observador honesto comprueba que los obstáculos en forma de susceptibilidades y creencias individuales modifican la expresión de la realidad, y si a ello, ese mismo observador tiene condicionantes en su entorno familiar y laboral, concluiremos que la expresión de la realidad no es reflejo de un Hecho, sino de la suma de ese Hecho más los condicionantes del contador del mismo.

La observación nos ha permitido elaborar un trabajo serio, riguroso y didáctico. Pero solamente es un comienzo. No se puede hacer con miedo y hemos constatado las numerosas dificultades para dar los primeros pasos, comenzando por el propio rol de Periodistas ya ubicados en su estatus de fama. Hay que saber avanzar en la línea adecuada y cambiar los caminos de circunferencias inoperantes por rutas de futuro.

2. UNESCO, Europa, políticas de códigos para quedar bien.

Consensos que no unen. Aunque llegar a acuerdos es muy importante y muy necesario para no derivar en planteamientos fratricidas periodísticos, que los ha habido, y los seguirá habiendo, un consenso no ha derivado en una pauta de comportamiento global que permita avanzar, al contrario, esa carencia es uno de los pilares del subdesarrollo del ejercicio, no tanto del conocimiento, periodístico.

Sí, llevados de voluminosos estudios, las personas encargadas de idear un futuro profesional no han podido lograrlo en tanto a día de hoy los problemas siguen siendo los mismos que había desde antes de los análisis, más los que añaden los avances tecnológicos en su aplicación al Periodismo.

Pondremos solamente un par de ejemplos, ideas de la UNESCO, e ideas del Parlamento Europeo. Nos gusta aclarar desde el principio que no hacemos un ejercicio crítico destructivo, al contrario, partimos de las buenas intenciones en el desarrollo de algo absolutamente necesario como los elementos que inciden en el Periodismo.

La UNESCO, de forma absolutamente obvia, recoge el derecho de las personas a tener información veraz. ¿Qué es Verdad? ¿Hay una única Verdad? No será necesario desarrollar teorías sobre ello, pero sí es conveniente saber que carecemos de un único concepto de Verdad, que es subjetivo, y que por lo tanto no podría existir una única verdad. Concluyamos que el deseo expresado es manifiestamente insuficiente y dolorosamente equívoco. ¿Puede mejorarse? Sí. ¿Cómo? Haciendo valer una terminología adecuada que permita dar concreción y precisión a la idea general. Por lo tanto, sabiendo que no existe una única verdad la reflexión tendría que completarse, para Periodismo, con la necesidad de expresar las diferentes interpretaciones sobre esa verdad, Hecho, sobre el que se informa.

Vamos a ver, ¿es concebible desarrollar un código sin concretar conceptos? Claro que lo es, y tenemos ejemplos en cantidad, pero los resultados son un brindis al sol edulcorados por las necesidades y las conveniencias sociales, políticas, económicas o de varias índoles que quieren lavar su cara en lugar de enfrentarse realmente a la realidad de fondo, la que sí podría otorgar un elemento de futuro veraz, objetivo, responsable, participativo en el conocimiento y la práctica del Periodismo. Es decir, el Código de Ética carece del elemento sobre el que se está trabajando. No es un olvido involuntario, es el babel terrible al que nos enfrentamos cada día en Periodismo. Es el saco sin fondo que sirve de excusa a gobiernos para controlar a los medios tanto normativa como económicamente. Lamentablemente, de ello se deriva que las regulaciones sobre libertad de expresión pasan a ser una falacia.

Más aspectos. Si no hay una verdad, tampoco podemos hablar de una única realidad objetiva. Sí, es verdad que si, en un accidente, hay concreción sobre heridos y fallecidos, ese dato será exacto, pero salvo esa línea de trabajo, el resto no será posible considerarlo desde un punto de vista ‘único’. De nuevo aparece la necesidad de expresar las diferentes visiones de la realidad. Si somos capaces de aplicar nuestra fórmula (Tomeo, 2018), o si nos dejaran aplicarla, solucionaríamos muchos problemas.

Otros aspectos como la accesibilidad, el respeto a la vida, la dignidad, los valores culturales, son válidos para cualquier profesión, sea uno matemático, dentista, albañil o carnicero. No decimos que esté mal, ni queremos minusvalorar el Periodismo y su capacidad comunicacional, pero, insistimos, no son valores únicos de una profesión. Magnificar un trabajo, por mucha presencia social que tenga, no es un aspecto que tenga que conllevar unos reconocimientos especiales. Admitir ese aspecto, como de hecho se admite, implica fomentar un inacabable cúmulo de discriminaciones, desde el género, la localización, la mercantilización del trabajo, etcétera, etcétera, etcétera.

Hemos comenzado con el Código de UNESCO, y en la misma línea, más amplio, encontramos el Código Europeo de Deontología del Periodismo. ¿Qué es Periodismo? ¿Qué es Periodista? Europa tiene varias definiciones al respecto. Comenzamos, por lo tanto, mal. No dudamos de intentos por lograr un punto común, como puede ser el mismo código, pero la realidad de la diferenciación básica no invita a concreciones y, en efecto, ese es uno de los problemas.

La carencia de esa definición hace que aparezca diferenciar entre noticias y opiniones. Si tuviésemos claro que el Periodismo no opina, pero sí lo hace la información, estaríamos dando un pasito adelante. ¿Por qué no se hizo? Sin comentarios, lo dejamos a juicio del lector.

Como era previsible y lógico, al hablar de veracidad en las noticias planteamos las mismas reflexiones que las referidas a la UNESCO. Hemos expresado en varias ocasiones la conveniencia, acaso necesidad, de incorporar la nueva W para el Periodismo que corresponde a Without (sin). Es decir, será más veraz aquella información que explique lo que no cuenta y los motivos de esa ausencia.

Hay aspectos de debate, de mucho debate. Que las personas tengamos el derecho a la información como algo fundamental es algo interesante. Los medios de comunicación son los mediadores. Los artículos al respecto, sentimos decirlo, son absolutamente ineficaces. Los medios, públicos o privados, funcionan por intereses, algunos legítimos y la mayoría no, y en función de sus intereses establecen unas líneas de actuación expresiva que condicionan las exposiciones, sencilla y llanamente, las manipulan. Se hace desde la misma selección hasta el momento de la comunicación final, e incluso, del posible feed-back resultante. No podemos creer que los autores no fuesen conscientes de ello en los finales del siglo veinte, pero si pensásemos en el siglo veintiuno la cosa se multiplicaría mucho más.

La relación Periodismo-empresa reflejada en el Código es sonrojante. Para creer, aunque fuese mínimamente en el Código, sería necesario aplicar la W señalada. No se hace. Los interesantes, y necesarios, apartados de defensores del lector, del oyente o del espectador no son elementos a tener en cuenta más allá del mínimo imprescindible. Dicho sea, lo defenderemos siempre, sin menospreciar el excelente trabajo que conocemos de muchos de ellos.

Es obvio que el empresario de medios de comunicación no es propietario del Hecho, de la información, pero sí puede serlo de su comunicación, de su exposición, o sea, puede apropiarse de un Hecho en tanto es su libertad. Si dicho empresario también tiene libertad para no utilizar la nueva W, estamos ante un amplio panorama de libertades que confluyen en una enorme manipulación. Eso sí, desde la libertad. Si no solo es empresario de un medio, sino de un grupo mediático, la manipulación crece, y si para tener un medio hacemos que la regulación o las normativas legales sean favorecedoras de sus intereses corporativos, la manipulación vuelve a crecer, eso sí, desde la libertad. ¿Hace falta poner ejemplos? Recomendamos a cada cual, desde su libertad, y en silencio, por si acaso, que sea capaz de responder.

Si hubiese una definición correcta de Periodismo, y de Periodistas, todos estos subterfugios, enredos, normativas y códigos, serían mucho más sencillos. ¿Propuestas? Aunque nos repitamos, sean, o seamos, capaces de distinguir entre Comunicación, Información y Periodismo. El Periodismo lo harán Periodistas, la Información y la Comunicación pueden hacerla personas o máquinas, pero no será Periodismo. No es tan complicado. Solo con eso ya se evitaría demagogia, en algunos momentos parece hipocresía, sobre empresas, transparencias empresariales, sociedades y propietarios. Al no existir el concepto, lo que deriva de ello, o tiene relación con ello, carece de base, lógicamente. En el mundo capitalista parece extraño limitar capacidades, y querer regular empresas de medios por ser ‘especiales’ dado su ámbito de trabajo es irreal. La empresa tiene ánimo de lucro, algo que no es en sí mismo ni bueno ni malo. Por lo tanto, si hay que regular algo, habrá que hacerlo con unas premisas que sean realistas, pero eso no se ha hecho ni quiere hacerse precisamente porque iría contra el deseo empresarial y, en una medida que no cuantificamos porque depende de cada localización, también política. Conclusión, lo que tenemos.

Resulta extraño escribir en el Código no querer tratar a las personas como ‘masa’ y, sin embargo, sí regular como ‘masa’ sin saber delimitar campos. Es decir, si reflejamos que haya una ética de la información debemos considerar que cada parte tiene, o puede tener, su ética. ¿O es que sólo aceptaremos una? Extraño planteamiento. Y complicado desarrollo si optamos por tratar como personas individuales. ¿Si la ética corresponde a una dictadura, la aceptamos en su territorio? ¿Si la ética llega como fruto de una conquista, la aceptamos como global? ¿Si la ética se basa en unos derechos, evitamos cualquier tipo de alternativas? No, no, y no. El planteamiento, por lo tanto, está bien intencionado, pero nada más.

La compleja relación que se suele hacer entre Información y Democracia, que muchas veces plasmamos en ‘sin Periodismo no hay democracia’, es muy hermosa, pero muy vacía de contenido. Repitamos que no hay una única concepción de Periodismo, y por derivación diremos que tampoco hay una única concepción de democracia. ¿Hace falta poner ejemplos o somos capaces de pensar por nosotros mismos? Si, además, ampliamos el foco a todo lo que es información mediática, lo que no tiene nada que ver con lo que entendemos por Periodismo, la idea de democracia se disuelve como un azucarillo. Sin embargo, ahí sigue, como una gota malaya hasta que horade nuestras mentes y la creamos como un axioma inquebrantable. Pues no, no señores, es un engaño. Sin libertad no hay democracia, sin libertad no hay Periodismo. Que confluyan no implica necesariamente su interrelación permanente. El debate a seguir es qué podemos entender por libertad y me temo que tampoco ahí encontraremos acuerdos en todo.

Miren, si no tenemos acuerdos en definición, si no tenemos acuerdos en formación, si no tenemos acuerdos en legislación, los pasos que damos siguen siendo una madeja que tendríamos que desenrollar para empezar a hacer el ovillo correcto, pero no quiere hacerse, ¿por qué? Lo que sí quiere es tener entretenidos a los medios para evitar el problema real, que vivimos en una mentira mediática notable amparada por gobiernos y mercados en que así sea. Es una opción, y desde el Periodismo debemos decirlo y, si alguna vez dejan, cambiarlo. No parece posible, pero no debemos descartarlo desde los nuevos mundos de la información. Vemos muy complicado poner Información y Periodismo en un nivel de respeto y diferenciación comprendido por las nuevas tecnologías, lo que estamos viendo no va en el camino adecuado puesto que son los Estados los que controlan también las tecnologías, sus energías, y sus canales. El poder de las noticias falsas, o, mucho más básico, el control humano sobre Periodistas, sigue siendo el lastre principal para un ejercicio libre de Periodismo en cuanto investigación y plasmación de noticias, y, sin duda, sigue siendo imposible acceder a muchas informaciones. Mientras no se completen las siete W, seguiremos en el camino incompleto de hacer Periodismo.

Hacer un escrito bonito, con literatura hermosa, con facilidad de acceso, son envoltorios golosos, no es hacer Periodismo. Vender humo con millones de publicidad, con horas de maquillaje, con una pregunta incisiva, y cien cuestiones banales, no es hacer Periodismo. Entendamos también que Periodismo no es estar siempre con cara de perro, perdonen estos animales, y refunfuñando, y criticando, y buscando tres pies al gato. El Periodismo tiene tiempos noticiables extraordinariamente hermosos, el Periodismo también es reflejo de cosas buenas. Una cosa no quita la otra.

Como vemos, hay muchas cosas sobre las que volver a debatir. Incluyamos esa distinción entre medios públicos y privados que se hace y que no podemos compartir para el Periodismo. Seamos claros, Periodismo implica decir siempre un Hecho contrastado en el que la verdad aparece de la descripción correcta, inmanipulada, del mismo. Que se haga en un medio público o en un medio privado es absolutamente irrelevante. Si no se hace así, señoras y señores, no se está haciendo Periodismo, se estará haciendo publicidad, información, o chascarrillo, pero no será Periodismo. Es muy cobarde, e impropio de un código, plantear esa diferencia entre lo público y lo privado para algo que se ha venido reclamando como pilar de la democracia. Para los profesionales es muy triste en tanto, indirectamente, cobardemente, están admitiendo que en el territorio privado el Periodismo es otra cosa. No puede aceptarse.

En sí mismas, estas palabras no derivan en nada malo, pero ¿derivan en algo bueno? Claro que sí, no pensemos en derrotismos ineficaces y apliquemos con esperanza las posibilidades que se abrieron y leamos los problemas con los que nos encontramos hoy y, posiblemente, también encontraremos mañana, aunque sea especular un poquito.

Otras Declaraciones de los Periodistas Internacionales insisten en puntos similares, en ideas parecidas, por lo que no reiteraremos lo dicho ni expondremos el análisis de los diferentes puntos sobre la conducta que los Periodistas han de tener en su trabajo, verdad, honestidad, libertad, capacidad de rectificación, independencia, imparcialidad. Matizaríamos prácticamente todas ellas en tanto están alejadas de la realidad, como si se hubiera pensado desde quien no tiene cercanía al Periodismo, pero puede ser que seamos nosotros los alejados de la realidad. Por eso, a falta de la definición que pudiera encaminar trabajos sobre un mínimo común denominador, nos quedamos en que falta mucho camino por recorrer en defensa del Periodismo si queremos defenderlo de sí mismo y de los múltiples poderes que lo están manipulando.

3. Ciencia. Fórmula base, fórmulas nuevas para noticia o derivadas.

Nuestra fórmula es que Conocimiento+Deontología+Comunicación, en un imprescindible ámbito de Libertad hacen posible que haya Periodismo. Sin cualquiera de esos elementos, el Periodismo es una falacia. En tanto no se ha planteado como tal, en tanto la fórmula es hoy por hoy un objetivo, un deseo, debemos decir que no existe en ningún lugar, lo que también supone que no hay Periodismo en ningún lugar. Lo que sí hay, y de gran nivel, son fragmentos de Periodismo. Hay fragmentos de conocimiento, hay fragmentos deontológicos, y hay fragmentos comunicativos. Sí, también hay fragmentos de libertad. Nadie, desde las dictaduras más sangrantes, violentas y represoras, hasta las democracias consideradas más aperturistas y transparentes, puede presumir de ofrecer total libertad. No debiera ser imposible, pero los miedos, los secretos oficiales, los intereses de país (generalmente de élites dominantes autoadjudicadas), son elementos que evidencian que no hay transparencia. Hay muchas personas que entienden que sea así. Es como cuando en una partida de cartas se trata de esconder la jugada y no dar pistas a posibles rivales. Nos parece absurdo, pero es la realidad que hemos forjado con la historia, somos partícipes y corresponsables de esa realidad.

Consideramos que la solución a los planteamientos expuestos pasa por la Ciencia. Los poderes se han amparado en sus propios intereses para crear controversias que parecían irresolubles, objeto de debates infinitos. Pues digamos que se acabó. Si quieren, claro. Pongámosles en la disyuntiva de decir si quieren que haya Periodismo o no, si realmente creen que sin Periodismo no hay democracia, hagamos que se retraten. Digámosle al poder que hay una fórmula para saber si existe o no Periodismo en su país, el que sea. Por nuestro análisis exploratorio podemos decir que no hemos encontrado ningún país que pueda aprobar el examen. ¿Parece duro? ¿Planteamos que lo incorrecto es la fórmula? Sí, claro, ya sabemos que cuando las noticias no son buenas siempre podemos matar al mensajero y seguir con nuestra vida feliz. No planteamos que haya obligación, lo que planteamos es que habiendo una fórmula ya no nos valen demagogias.

La fórmula es sencilla y clara. Todos estos códigos y todas estas definiciones pueden analizarse también, y deben analizarse, estudiarse, valorarse, y, llegado el caso, cambiarse. No hay que despreciar los trabajos pasados y caer en errores pasados, pero sí hay que observarlos con la lupa de la Ciencia. Es un trabajo ímprobo, dificilísimo, pero imprescindible. Los países que crean en la democracia lo aceptarán y ayudarán a su implementación, los países que pongan trabas estarán mostrando su cara. Eso desde la parte macro, desde arriba, desde las cúspides del poder. Pero desde abajo, desde las Universidades, estamos en el mismo campo. Si nuestra investigación, como suele pasar, vuelve a demostrar que los jóvenes que estudian Periodismo desean contar la verdad, ¿cómo es posible tanto desencanto cuando leen, escuchan o ven lo que se les ofrece y lo valoran como mentira o medias verdades o verdades manipuladas? No es lógico seguir así, hay que dar a esa juventud una respuesta positiva, hay que enseñarles, parcialmente ya se enseña, que hacen Ciencia, que hay una fórmula para la buena praxis, que el terreno micro en el que también se van a mover es vital, es el corazón del Periodismo.

4. Poder. La independencia irreal, la maquinaria del dinero.
El punto local

La falta de una definición, la falta de una aplicación de la fórmula permite que las deseadas independencias de Periodistas sean un objetivo, pero no una realidad. Seguro que alguna persona diría, con acierto, que hay muchos Periodistas que gozan de total libertad en lo que dicen y exponen. Sí y no. Seguro que se han ganado un nombre o están en un medio de comunicación que les invita a exponer lo que conocen con absoluta libertad. Solemos conocer que a medida que aumenta el prestigio de una persona tiene mayores facilidades para expresar lo que siente como quiera expresarlo. Nada que objetar. Ahora bien, ¿están haciendo Periodismo? No. Están opinando y parcelando un Hecho. El código europeo habla repetidamente de las opiniones, pero debemos decir que la opinión no es Periodismo. Es una parte necesaria de la libertad de expresión, pero tiene poco que ver con lo que es, o entendemos que debe ser, Periodismo. Puede ser información, puede ser propaganda, pero no es Periodismo. ¿A quién interesa meterlo en el mismo saco? No lo sabemos, pero es obvio que no son compatibles. El Periodismo, como base, no ha de ser parcial, ha de recoger una cosa y su contraria, ha de acumular tanta información como sea posible para explicar una situación, un Hecho. La opinión es parcial, aunque sea absolutamente honesta, aunque sus comentarios sean meticulosamente escogidos, aunque creamos que hemos sido imparciales, no sería cierto. En los medios de comunicación es positivo el apartado de opinión, recoger interpretaciones, mostrar elementos explicativos por parte de expertos, tener artículos a favor o en contra de algo. Todo ello es muy positivo para los medios de comunicación y pueden permitir ganar prestigio, y mercado, y calidad, pero eso nada tiene que ver con que sea Periodismo.

No es tan complicado de entender que una persona puede ser Periodista, tanto por su conocimiento, por su paso por las Universidades que le han formado, por su profesionalidad, pero no ejerce como Periodista cuando opina, y en este caso ejerce de opinador o informador o comunicador, pero no como Periodista, puesto que el reflejo del Hecho o tema que comenta está parcelado por el sesgo comunicativo que tiene dentro del medio. Es decir, el tratamiento no es de noticia. No son incompatibles, y una misma persona puede ser la Periodista que refleja el Hecho y, en otro apartado, ser la columnista que opina sobre ello, o la tertuliana que, con mayor cantidad de información, establece un discurso sobre algo.

Si este punto parece claro, más lo es el siguiente. Las definiciones apenas dicen nada sobre la independencia del Periodista, cosa que sí recogen los códigos. ¿Es una realidad o es otro brindis al sol? En teoría, hablar de independencia es básico, pero en realidad es complicado. La falta de definición permite a empresarios y poderes públicos tener a su amparo un colectivo de profesionales, o de personas, trabajando en medios de comunicación que no tienen una obligación, como tampoco la tienen los propios medios. Esto supone, en la práctica, poder hacer lo que les dé la real gana, sin más. Aunque parezca tremendista, catastrofista, la realidad supera la ficción. El Periodista no puede ser independiente, en general, porque vive sometido a libros de estilo, vive sometido a líneas editoriales de la propiedad, vive sometido a los resultados electorales y las composiciones de los consejos directivos. Por lo tanto, ¿independencia? Si no fuera un tema serio nos daría la risa.

El Periodista vive condicionado por sus entornos y sus necesidades, y la deseable definición y posterior regulación en función de la fórmula no será nunca una realidad porque eso supondría un cambio estructural de tal magnitud que haría temblar los sistemas actuales de funcionamiento gubernamental y social en muchos países. El Periodista vive atado, con más o menos fuerza, a sus intereses personales porque no tiene un respaldo real de defensa. Además, la libertad del empresario para hacer y deshacer en su empresa es amplísima en tanto esa carencia de obligaciones derivada de una legislación coherente con una definición le permite esa posibilidad.

No se trata tanto del poder del mercado, se trata, repetimos, de la ausencia de esa voluntad para hablar de democracia real, de Periodismo real y no de propaganda terminológica.

Queremos sumar otro aspecto de nuestra investigación y que nos lleva a la diferenciación en función de la localización en la práctica del Periodismo. De nuevo aparece la sombra del mercado. No es igual trabajar en un país rico que en uno pobre, hablamos en términos económicos, de la misma forma que no es igual trabajar en una ciudad rica que en un pequeño pueblo alejado de las comunicaciones. Al margen de las posibilidades que internet nos ofrece, y el mundo ‘blogger’, o los canales temáticos permiten, la realidad general nos indica que esas discriminaciones se están dando con el beneplácito general, cosa que no podemos compartir. Sería inteligente fomentar una discriminación positiva hacia lo local que fuera más allá de las simples palabras. Es posible, y real, que ustedes digan que en una localidad grande hay más cantidad de actividad que en una pequeña población. Cierto. Pero el trabajo profesional es el mismo, por lo tanto, la discriminación no debería darse. En la misma forma que el género, de manera increíble, discrimina a las mujeres respecto a los hombres, tampoco es entendible que se valore más el trabajo de capital que el trabajo de pueblo. Entre grandes potencias y países pobres la discriminación es igualmente evidente y se da, igual que en el primer aspecto, en la repercusión del mensaje. La capacidad de crear interés es directamente proporcional al tamaño del país, al tamaño del medio, a la ubicación de ese medio. Con ello llegamos al absurdo de hacer noticias de aquello que por tamaño hacen que sea noticia, con lo que la ética y las demás independencias quedan en papel mojado.

No debemos obviar estos aspectos antes de establecer códigos y conductas. Quedan muy bien para los países del occidente llamado desarrollado, pero vistos con la perspectiva de los silenciados, de los discriminados por sus pobrezas, es bastante miserable. Todos tenemos que asumir una parte de culpa, los Periodistas por no saber encontrar continuidad en noticias de zonas localmente desfavorecidas, los medios poderosos por mantener su discriminación para gustar a sus lectores y no disgustarles con realidades que no querrían ver, salvo puntualmente para compadecerse unas horas y volver a su insolidaridad habitual, a su rutina diaria que vive alejada de las rutinas de otras zonas de estos mundos. No entramos en debates económicos, no entramos en destrucciones medioambientales, solamente establecemos esas pautas informativas que hablan de independencia sin que sea una realidad asumible. Faltan demasiadas cosas y sobran demasiados intereses para poder considerar que el trabajo del Periodista es independiente. Si funciona en función del mercado, está claro por la práctica que el dolor y el sufrimiento no venden. ¿Independencia?

5. Utopía. Objetivos, realidades y utopías, futuro.

Desde su origen escuchamos que ‘El Periodismo está cambiando’. Claro que sí, todos estamos cambiando. Siempre, a cada momento, incluso con/en la muerte. La habilidad de la vida del Periodismo es su adaptación a esos cambios, y, en alguna medida, saber adelantarse a muchos movimientos sociales, saber aplicar las nuevas tecnologías a determinadas pautas de comunicación.

Si el Periodismo aplicase nuestra fórmula científica, si la dejaran, si fuera verdad la aplicación democrática al mensaje periodístico y al conocimiento deontológico y expresivo de un Hecho, el Periodismo sería la mayor base social de la Historia. Pero, como en todos cambios revolucionarios, el miedo a remover lo establecido es más poderoso que los retos de un futuro mejor. Es lógico, es futuro y, de nuevo, estamos especulando. Las luchas entre conservar o cambiar son espectaculares, pueden ser peligrosas, y, algunas veces, son inevitables.

El objetivo de nuestro razonamiento es evidenciar que, sin un origen teórico, el práctico es más fácil de considerar, no podemos considerar que el Periodismo represente lo que dice representar. Ni el Periodismo es ciencia, ni Periodismo es fundamental para democracias, ni Periodismo cuenta verdades, salvo parciales. El Periodismo, como hábil comunicador que es, como esa genética que sí le acompaña, es capaz de informar de una cosa y su contraria, y tiene ante sí el reto de facilitar aquellas informaciones que son los Hechos verdaderos de situaciones reales. Cuando queremos combinar opiniones con Hechos ya cambiamos realidades. Si ese ha de ser el futuro del Periodismo, debemos decirlo. Así se viene haciendo desde siempre, y así se viene manipulando desde siempre. ¿Es ese el Periodismo que queremos? ¿Queremos un Periodismo a la carta, un Periodismo que siempre sea halagador para lo nuestro y crítico para las oposiciones o para lo que no nos guste? ¿No somos conscientes de que eso es lo que estamos haciendo? Nadie dijo que hacer Periodismo, vivir Periodismo, fuese cómodo. Todo lo contrario, es complejísimo tanto por las variables como por la dificultad de asumir un ‘slowperiodismo’ en una sociedad que quiere respuestas al momento.

Si sólo queremos creer que hacer Periodismo en función de nuestra fórmula y en función de dar espacio a la nueva W es una utopía, no avanzaremos; pero si somos capaces de asumir con valentía el reto, si somos capaces de asumir sin intereses parciales que es posible hacerlo, el resultado será un avance social en todos los terrenos, comenzando por el desarrollo general del conjunto de las sociedades, comenzando por un reequilibrio de funciones, comenzando por un reconocimiento de la diversidad, comenzando por dar importancia y valor real a las cosas. Sí, también podemos seguir como hasta ahora, buscando noticias, valorando hechos, priorizando valores, ocultando cosas, tergiversando intereses. En fin, las cosas normales para seguir sobreviviendo día a día. Intentando no molestar a quien pueda jugar con nuestro futuro o con nuestras vidas. Periodismo no es para cobardes, y seguimos pensando así. Y también pensamos que Periodismo es cambio y movimiento, para lo bueno y para lo malo, es el reflejo de lo que sucede. Es necesario lo que hay, aunque sea parcial, pero hay que mejorarlo.

6. Conclusiones

Podemos asumir que después de doscientos años Periodismo/Periodista son términos babélicos que están incorrectamente definidos.

Podemos asumir que una tendenciosa acepción terminológica puede impedir un buen desarrollo normativo y funcional del Periodismo/Periodista.

Podemos asumir que los códigos, declaraciones, deontologías que se han hecho desde organismos nacionales e internacionales no tiene una base adecuada al Periodismo real, lo que impide una normativa correcta.

Podemos asumir que hay una fórmula posible para definir Periodismo y que implica Conocimiento+Deontología+Comunicación en un imprescindible marco de Libertad.

Podemos asumir que los grandes poderes del mundo, políticos, morales y económicos, no quieren que exista Periodismo porque es contrario a sus intereses por controlar sociedades.

Podemos asumir que los intereses de cada país impiden un consenso sobre Periodismo/Periodista en tanto les da libertad de actuación para ocultar informaciones o tergiversar elementos básicos de las mismas, en definitiva, les permite mayor capacidad de manipulación social.

Podemos asumir que los intereses internos en los propios medios de comunicación, motivados por un entorno mercantilista, no ayudan a generar los cambios necesarios para asumir un buen trabajo profesional.

Podemos asumir que gran parte de responsabilidad de que en el siglo veintiuno siga siendo así la tienen/tenemos los propios Periodistas, que primamos las necesidades básicas individuales sobre intereses grupales/sociales.

Podemos asumir que aplicar la fórmula propuesta implicaría un cambio social importante puesto que implicaría asumir la realidad, aunque fuera contraria a nuestros hábitos, creencias, intereses individuales y colectivos.

Podemos asumir que llevamos más de doscientos años de manipulación colectiva gracias al periodismo parcial desarrollado.

Podemos asumir que muchos/as Periodistas se han jugado la vida, y se la han arrebatado, por querer contar la verdad de todos. Ellos/as sabían que había una fórmula y conocieron porqué no querían que se aplicara.

Podemos asumir que hasta hoy se ha avanzado notablemente en códigos y se han realizado valiosos intentos para organizar la praxis periodística, pero no se ha conseguido avanzar en el gen original de todo ello, definir para formular.

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